Testo Peligrosa

Testo Peligrosa

Tú eres mi ser… eh…

Háblale a tus ojos del viento,
o pensarán que el molino se está moviendo solo,
y si se tapan los oídos date tiempo (date tiempo),
que a veces un silencio es capaz de decirlo todo,
hoy vivo de tu niñez, del temor que libera
tu inmadurez venidera, ya me liberaré,
aprenderé a enseñarte lo poco que sé
con el placer que a uno le genera una primera vez eh,
esta es tu herencia, mi penitencia por los días
en los que tu compañía fue mi ausencia,
justificarla sería usar a la fe como prueba
de la existencia de Dios ante la ciencia y,
sólo espera una sentencia a quien se arriesga a perder el juicio,
donde la voz de la experiencia es el juez,
la indiferencia no es un buen abogado de oficio,
dale tu caso y hará el omiso, oh,
la cárcel de la sensatez no se vacía,
aunque un impulso se declare en rebeldía,
y su anarquía emocional desmedida,
pase toda una vida escupiendo a los barrotes a ver si se oxidan,
y la eternidad existe, tiene forma de cofre,
protege cada beso que me diste,
con un candado enorme que luce bajo una chapa legible que dice:
“de la niña que me hizo un hombre”.

[Estribillo]
Soñaremos… (de la niña que me hizo un hombre) con las estrellas, eh,
(de la niña que me hizo un hombre), soñaremos con las estrellas…
y sólo lo entenderás cuando en vez de por tu nombre alguien te llame “mamá”, ah.
Háblale a tus ojos del viento, diles que todos tenemos un huracán por dentro,
que si se abre la ventana y entra la mañana
y es que se ha pasado otro día (otro más como si nada),
y esa es la sabiduría y el pasar de la mañana,
encontrarnos todos los días, pegadito a la cara (pegadito), pegadito a la cara.
Y te vas patinando por los pasillos,
diciendo tonterías, cantándome a los ojos,
que a mí me vuelves loco, peligrosa con tanto brillo (peligrosa).

Años atrás viene la vida y las malas costumbres
de los adictos a la intriga que temen la incertidumbre,
y aun así logré romper con esa falsa nostalgia
que aún trata de hacerme añorar cosas que nunca me pasan,
por mi parte la pasión nunca fue buen sastre,
cuántos cuerpos me probé para encontrarme,
hasta que me abandono a los delirios de la carne
me crucé con un torrente de sangre y esa es tu madre,
me despierto cada día con el objetivo
de ser con ella como quiero que sean contigo,
y casi nunca lo consigo,
a razón de las veces en las que mi orgullo dice de hacer ruido,
tú eres el día en el que la miré a los ojos y me dije:
“donde sea menos lejos”,
porque si es cierto que al deseo se le despierta prohibiendo,
fuimos más que órdenes con piel de consejo,
nuestro ayer es un extraño más al fondo de la foto,
y para no volverse hay que saber hacerse el loco,
tú llegada fue lo que produjo el desvío del foco
que oscurecería el “yo” dando a luz al “nosotros”, Nana,
la eternidad existe, tiene forma de cofre y
protege cada beso que me diste,
con un candado enorme que luce bajo una chapa legible que dice:
“de la niña que me hizo un hombre”.

Háblale a tus ojos del viento, diles que todos tenemos un huracán por dentro,
que si se abre la ventana y entra la mañana
y es que se ha pasado otro día (otro más como si nada),
y esa es la sabiduría y el pasar de la mañana,
encontrarnos todos los días, pegadito a la cara (pegadito), pegadito a la cara.
Hoy tú eres mi alegría, y a mí me vuelves loco,
y a mí se me va, la cabeza cuando te miro, (ay que peligrosa)
yo me pongo a bailar contigo, y se me va.


Testi Piezas & Jayder